Hace unos meses, fui invitada por la Universidad Latina para dar una charla a sus estudiantes sobre cómo salir de la zona de confort, tema que por demás toco a diario con mis clientes; muy sensible, que además va acompañado de malas caras. 🙄
Si googleas «salir de la zona de confort» te encontrarás con casi 10 millones de resultados… así que te podrás imaginar que es un asunto que va relacionado con los aspectos diarios de la vida, tanto laboral como personal.
Pareciera que estar en la zona de confort no es nada «cool»… pero, ¿cómo sabemos que dormimos en esa zona?
Yo misma me hice esa pregunta, e hice con mis clientes el siguiente ejercicio: les pedí depositar, en una caja que está en mi oficina, la razón por la que ellos creen que tienen sobrepeso y, ¡oh, sorpresa! Todas las frases comenzaban con #EsQue»…
«Es que comer sano es caro», «Es que vivo lejos», «Es que tengo niños pequeños», «Es que no gano mucho dinero», «Es que paso horas en el tráfico y llego agotad@», «Es que la crisis no me deja crecer», etc., etc., etc.
¡Detente en este momento! Pregúntate cuántos #EsQue has dicho en los últimos días… muchos, ¿verdad?
En esa cajita en la que de alguna manera todos estamos sumergidos, donde nada nuevo pasa, nos sentimos seguros, porque, además, ahí se encuentran todas las excusas perfectas para justificar nuestra irresponsabilidad ante lo que hacemos, y ante lo que dejamos de hacer.
Salir de la zona de confort es una actitud ante la vida, es una actitud meditada, consciente, que requiere voluntad, disciplina y coraje. Cuando decido saltar y salir de la zona de confort, descubro y me descubro, conozco y me conozco, conquisto y me conquisto, descubro mis habilidades, mi fuerza, lo que me apasiona, para lo que soy buen@ y para lo que no, y emprendo un vuelo maravilloso.
Entonces, si todo lo que pasa fuera de esa zona de confort es tan bueno, ¿por qué nos cuesta tanto salir de ella?
Por miedo. Miedo al qué dirán… porque siempre estamos buscando reconocimiento de otros, porque siempre vemos el pasto más verde en la casa de al lado pero, sobre todo, por el miedo al qué me diré frente al espejo: rendirse cuentas de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer es realmente muy difícil.
Por otro lado, porque tenemos motivos, pero no tenemos inspiración, porque la motivación viene de afuera pero la inspiración viene de adentro, y cuando se nos acaba la motivación, volvemos al mismo lugar de siempre… ¡sí, a la zona!
Te pongo un ejemplo para dejarlo claro: viene carnavales y me quiero poner un bikini, así que comienzo a bajar de peso para verme bien con ese bikini… pasó carnavales, y se acabó el motivo para seguir comiendo sano… por lo tanto, vuelvo a mi misma rutina de siempre… ¿me expliqué?
Cuando actuamos por inspiración, descubrimos lo que somos, lo que nos apasiona, nuestras habilidades y debilidades, lo que nos conecta con lo más profundo de nosotros y nos permite crecer, ser una mejor versión cada día.
Hemos crecido con muchísimas creencias limitantes; nos han hecho creer que «mejor malo conocido que bueno por conocer», o que «loro viejo no da la pata»… pero, ¡FALSO! Cada día tenemos una nueva oportunidad para hacerlo mejor, para aprender, para conquistar, para ser mejores, ¡para brillar!
Así que, pregúntate, ¿Qué resultados te está generando permanecer en la comodidad? ¿Qué suma a tu crecimiento laboral, personal, familiar, permanecer en la zona de confort? ¿Qué lograrías si decidieras salir de ella? ¿Qué necesitas para dar ese salto y lograr la vida que deseas?
Esto se trata de creer, de crear, de actuar, de tener un plan y seguirlo, de caer y levantarse, de equivocarse y enmendar, de sentir, soltar y sonreír… porque la vida que viniste a vivir no es ahora… es ¡YA!
Patrizia Mangiafico