Cada semana, tengo al menos dos charlas, dónde me hacen esta pregunta:

«¿Por qué no hay dieta que me funcione?»

Lo cierto es que me encanta cuando me hacen esa pregunta, porque es una oportunidad más que tengo para decirles que hacer dietas a lo loco, copiando la que hizo mi vecina, o la que leí en una revista, no va a ayudarme a bajar, sino quizá,¡ todo lo contrario!

En los años 70, 80, apenas un 25% de la población mundial, padecía de sobrepeso; hoy, más del 60% de la población mundial sufren de obesidad, y por consiguiente, de enfermedades crónicas relacionadas al sobrepeso, producto de los malos hábitos, y de la pésima alimentación a la que sometemos a nuestro organismo.

Por eso, durante todos estos años, y casi a diario, nos enteramos de una nueva dieta, de la ¨pastillita milagrosa¨, del remedio para disolver la grasa, y cuanto cuento haya para convencernos que en pocos días, volveremos a tener el cuerpo que hemos deseado durante años.

Cuando tú comienzas una dieta, y no puedes sostenerla sino por pocos días, y luego te frustras, y no ves cambios, y luego rebotas y ganas el doble,  llegas a pensar que tú eres el problema, y por eso tienes cualquier cantidad de excusas para justificar el porqué la dieta no funcionó, y hay que intentar alguna otra.

Créeme, el problema, NO ERES TÚ. Hay millones de personas intentando todos los días una nueva dieta, y al igual que tú, sintiéndose confundidos, porque no saben qué hacer para regresar a su peso deseado.

Muchas de esas dietas, contienen todos los macronutrientes, y están bien balanceadas…entonces, ¿dónde está el problema?

La Organización Mundial de la Salud, se refiere a la salud integral como el bienestar físico, emocional, biológico, espiritual y social del individuo. Como ves, no habla únicamente del peso físico ideal del cuerpo humano.

Entonces, todas esas dietas que te prometen milagros en un par de días, olvidan que detrás de esa grasa, hay un ser humano….y en cada ser humano, hay una cultura, hay hábitos, hay emociones, memoria del placer, rutinas, y un sin fin de características que nos hacen únicos.

En otras palabras, las dietas no están hechas para seres humanos…¡están hechas para cuerpos humanos!

De ahí, insisto tanto en el principio de bio individualidad, que tiene claro que lo que me hace bien a mi, quizá a ti te hace mal, y por eso, hacer dietas generales, sin conocer nuestro cuerpo, qué le hace bien, qué le hace tener energía, de qué manera se siente feliz, no son efectivas.

La comida, para cada uno, representa algo diferente…algunos se esconden detrás de la grasa, otros no pueden expresarse y se sienten atragantados, y con la comida, bajan todo aquello que no pueden decir, para otros, representa placer, alegría, el único momento de paz durante el día…en fin.

Como ves, la comida no tiene solamente un rol alimentario, tiene un rol que activa la memoria del placer, para hacerme sentir bien en mis momentos difíciles. Recuerdas tus momentos felices en la infancia….cómo eran?, cuándo salías en familia, qué comían, con qué te premiaban?

¿Cómo expresamos amor el día de los enamorados? (Así mismo, con chocolates!).

Tenemos que tener claro que somos un cuerpo mental, emocional, espiritual, dentro de un cuerpo físico…y que solo cuando alimentamos a estos tres primeros, entonces entendemos que nuestro cuerpo físico es ese templo que alberga lo más preciado que tenemos, que son nuestros sueños, nuestras metas, nuestros deseos, nuestras emociones, y por ende, tenemos que honrar y cuidar, el único «hogar» que hospeda lo más sagrado que hay en nosotros.

Necesitamos hacer actividades que nos generen felicidad: leer, pasear, bailar, escuchar música, soñar, tener proyectos, crear, dejar huella en otros, ser mejores cada día, y hacer cada día mejor la vida de otros.

Tener algún tipo de actividad física, que nos permita generar esa hormona del bienestar, que nos hace tener ganas de cuidarnos, de sentirnos bien!

Trabajar cada día en nuestra espiritualidad, que no tiene que ver con religión, y que puedes iniciar dando gracias cada día por TODO aquello que recibes, por todo lo que tienes y lo que no, por todas las experiencias que te tocan vivir, y verás como inicia un  ciclo sin fin de bendiciones.

Amarnos profundamente, porque no le podemos dar a otros lo que no tenemos para nosotros mismos, perdonarnos para poder perdonar, tolerarnos para poder tolerar, y entender que vine al mundo a equivocarme las veces que sean necesarias, y a enmendar el mismo número de veces.

Y cuando todo eso comienza a ocurrir, nos llenamos de amor propio, y entonces cuidamos con mucho respeto, ese cuerpo que me mantiene con energía para seguir cumpliendo con mis sueños y mis metas, y decido firmemente, que merezco lo mejor, que no merezco comida chatarra, ni comida procesada, ni «cualquier cosa», porque tú no eres «cualquier cosa».

Porque nuestro cuerpo no es un accesorio de belleza, somos mucho más que eso, y nos toca mirar mucho más adentro para encontrar-nos, y encontrar nuestra verdadera belleza…tal como decía mi querido Principito…¡»Porque lo esencial, es invisible a los ojos!»

Patrizia Mangiafico